Los
alumnos de cuarto, quinto y sexto grado participaron de la Charla Taller “De
una pelota de fútbol a una vocación para siempre”. Se trata de un programa
desarrollado desde la Dirección de Educación Primaria, dependiente del Consejo
General de Educación (CGE).
Por Ezequiel
Re
Son pibes
orgullosamente entrerrianos, felices de compartir una escuela que los alberga
de la mañana a la tarde, de lunes a viernes. El llamado a las aulas, a eso de
las 9 tras compartir el cursado y un recreo, los lleva a una luminosa
Biblioteca del establecimiento Nina 120 República Dominicana. Libros de
cuentos, de historia y de fantasías en un lugar prolijo, con aroma a escuela,
con bancos y sillas y los retratos de Borges, y otros grandes escritores
argentinos.
El
salón reúne todo lo necesario para sonido e imágenes por lo que está armado a
la espera de la charla, que siempre es una nueva aventura. El interrogante es
si a los chicos les gustará, si aceptarán que una persona recorra 70 kilómetros
desde Paraná para hablarles de sueños y de vocación. De pasiones y
perseverancia a lo largo de los años.
La
charla-taller “De una pelota de fútbol a una vocación para siempre” organizado
desde la Dirección de Educación Primaria, dependiente del Consejo General de
Educación (CGE), ha ido recorriendo a lo largo del año distintos puntos de la
provincia, encontrando nuevas experiencias. De los chicos de la costa y
aquellos de tierra adentro. Pequeños de cuarto, quinto y sexto grado que
conviven dentro de un establecimiento de jornada completa. Donde además de
compartir los saberes tradicionales, extienden su jornada alrededor de un plato
de comida y posteriormente talleres, para jerarquizar sus conocimientos.
Esa es
nuestra misión. Se enciende la pantalla y las imágenes traen fotos, recuerdos y
llegan hasta el presente. La proyección se inicia en una escuela rural, y
termina allí, pasando por 4 décadas. La intención es decirles que los sueños
comienzan en una escuela primaria, y que pase lo que pase, más allá del paso
del tiempo, no hay que olvidarse de las raíces. Por eso la última foto es
aquella mostrando la vieja escuela en la actualidad. Volver y seguir caminando.
Claro,
la pelota de fútbol de por medio. Que sirve de enlace para hablarles (como en
la vida) de la importancia del juego en equipo.
Justo
el día que Argentina busca la clasificación ante Ecuador para el Mundial de
Brasil. Y el “hielo” se corta por el fútbol. Los pibes cuentan que Diego Plassy
de El Pingo y con 9 años está en las inferiores de River Plate. “Acá el que
juega muy bien es ´el Colo´”, dicen. Algunos desparramen sus virtudes para el
juego en Hasenkamp o María Grande.
Y
vuelven al partido Argentina-Ecuador de unas horas posteriores Hablan de Messi
y adelantan la maravillosa noche que tendría el astro argentino en la altura de
Quito.
Escuchan
con respeto y cuando la timidez queda de lado, sacan lo mejor de sí. Lo que
aprendieron lo vuelcan de mil maneras. Y es ahí donde afloran sus virtudes.
Zoe
tiene una figura diminuta y casi no habla. Pero esboza una sonrisa que
demuestra su calidez. Una compañera dice que dibuja bien y es verdad. Los
trazos muestran en un papel blanco la figura de quien ejecuta la charla. No
olvida detalles. Alguien alerta lo bien que canta Gianella. No se anima, pero
luego vence los miedos y sin querer dará su primer recital en vivo y en directo
ante su público local. Voz suave, melódica y con potencial. A un costado de un
ventanal, como mirando de reojo la charla está Guido. Un compañero menciona que
es buen payador. Se lo convence y pasa al frente. Con 12 años enfunda una guitarra
y lanza rimas al aire. La guitarra rinde tributo desde las cuerdas y Guido a su
tierra con sus palabras disparadas en versos improvisados. Los mismos que
desenvuelve en un rap. Porque también hace rap.
Hay
orgullo en su directora desde este año Silvina De Angeli. Ve como sus niños
sacan lo mejor de sí. Y esa es la idea desde los talleres en escuelas Nina.
La
jornada sigue y tras un breve recreo llega el momento del taller de radio. Se
forman en grupo y cada uno tiene su conductor y grupo de nóveles periodistas
que leen noticias. La exitosa venta de alfajores en el pueblo, el estado del
tiempo para las próximas horas y el partido de fútbol que los atrapa.
Justamente
después también improvisarán un programa de debate futbolero. Disfrutan de ese
momento y cuentan que Messi “los salva”, aunque alguno desconfía de la
“producción en equipo”.
Pasaron
un par de horas y el encuentro llega a su fin. Momento de la foto de rigor en
el patio de la escuela. Momento de deciles adiós con la promesa de volver cuando
la radio sea una realidad. Ese sueño lindo ya instalado, allá en esa escuela
metida entre campos y ruta. Donde brillan ojitos dulces. Donde flamea una
bandera argentina. Donde el saber, no es un deber. Es una forma de vida.
El
ejemplo de Seguí
La
Escuela Nina Número 61 Facundo Zuviría de Seguí tiene un taller de radio y fue
más lejos. Los alumnos conformaron su propio programa de radio que es emitido
dos veces por semana en FM Puerto. Y esa buena idea comienza a “viralizarse”.
Es que los propios chicos cuenan que conocieron a sus compañeros de Seguí en un
encuentro de Escuelas Ninas desarrollado en Paraná y quieren seguir sus pasos.
“Están entusiasmados y el año próximo vamos a hacer el taller de radio con la
idea de poder plasmar en una emisora local el trabajo teórico y práctico que
van a desarrollar”, cuenta Silvina De Angeli, la directora del establecimiento.
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